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Qué es el Efecto Pigmalión y cómo evitarlo en tu empresa

Conoce qué es el Efecto Pigmalión y qué efectos tienen en las organizaciones, además de por qué evitarlo en tu empresa y unos consejos para ello.

Carlos Heres

Carlos Heres

Lectura 12 minutos

Publicado el 26 de diciembre de 2022

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El Efecto Pigmalión es un concepto del campo de la Psicología social que, a lo largo de las décadas, ha trascendido fronteras y, hoy en día, al igual que otros conceptos similares como el Efecto Placebo o la Profecía autocumplida, ha acabado por asentarse en la cultura de masas.

En las siguientes líneas comentaremos qué es, cómo se desarrolla, cómo evitar sus aspectos negativos en tu empresa y cómo potenciar sus aspectos positivos.

El mito de Pigmalión

Para comprender a la perfección este fenómeno debemos retrotraernos al origen y a su posterior reinterpretación en el acervo popular. El mito de Pigmalión es una antiquísima historia de la Grecia clásica, que posteriormente, en tiempos romanos, fue recogido magistralmente por el poeta Ovidio en sus famosas Metamorfosis:

Pigmalión, rey de Chipre, es también un talentosísimo escultor. Buscando a la mujer perfecta se empecina en crear la más bella escultura, a la que llama Galatea. Afrodita, conmovida, convierte a Galatea en humana. Pigmalión y ella viven felices para siempre.

No obstante, también podemos trazar una interpretación más oscura, pues el hecho de modelar la escultura hasta extremos obsesivos y creer que cobraba vida hizo que en efecto así fuera. ¿Es Galatea fabricada por la mente de Pigmalión o es realmente obra de una intervención divina?

Este cuento ha tenido muchas interpretaciones a lo largo de la historia de la Literatura universal. En 1913, el excelso dramaturgo irlandés George Bernard Shaw estrenó Pigmalión, obra en la cual una humilde vendedora de flores es acogida por un acomodado profesor de fonética, quien acepta una apuesta por la que pulirá los modales y la pronunciación de la chica hasta convertirla en un reflejo de la alta sociedad inglesa.

La lluvia en Sevilla es una pura maravilla: ¿Te suena este argumento? En efecto, fue adaptada al cine en 1938 y de nuevo como musical de Broadway en 1956, esta vez bajo el título bajo el título My Fair Lady, de la cual conocerás su encarnación cinematográfica de 1964 con Audrey Hepburn en el papel protagonista.

Como curiosidad, y a modo de cierre de este despliegue de cultura pop, George Bernard Shaw fue la primera persona en ganar tanto un Óscar como un Premio Nobel: El Óscar fue por la adaptación cinematográfica de esta obra en 1938, y el Premio Nobel por su excelsa trayectoria. A día de hoy, tan solo Bob Dylan tiene el mismo honor. No es algo de lo que se pueda presumir todos los días, ¿no crees?

Qué es el Efecto Pigmalión

Este fenómeno pone sobre la mesa una pregunta muy interesante, pero inescrutable: ¿Cuánto depende de la propia personalidad de uno mismo y cuánto es aprendido por influencia de nuestros allegados, círculos, instituciones y jerarquías sociales, etc.?

Algunos conceptos previos

Como dijo el gran ensayista Ortega y Gasset, “Yo soy yo y mis circunstancias”, o como rezaba el poeta inglés John Donne a mediados del siglo XVII, “No man is an island” (Ningún hombre es una isla), colocando la metáfora de la “isla” como un paraje completamente aislado, inexplorado y donde la civilización aún no ha tomado contacto.

La conclusión es definitiva: No es posible aislar al individuo de todo contacto social. Las personas estamos continuamente siendo moldeadas por el ecosistema que nos rodea. Somos una amalgama de nuestras propias ideas, valores y creencias, pero especialmente de las expectativas, enseñanzas, ideologías… que la sociedad impone sobre nosotros, sea o no una influencia consciente.

Asimismo, y paralelamente a este fenómeno, el individuo suele elegir cómo presentarse ante la sociedad que le rodea, estableciéndose una “metáfora dramática”. En 1959 el sociólogo canadiense Erving Goffman publica “The Presentation of Self in Everyday Life” (La presentación de la persona en la vida cotidiana), donde explica que cada individuo se presenta en sociedad como en un teatro. Todos los días nos subimos a un escenario (donde ejecutamos una presentación pública y medimos nuestras palabras y acciones para conformar la imagen que proyectamos ante el prójimo) y nos retiramos a los bastidores (la esfera privada, donde somos realmente nosotros mismos) – Dicho esto, cobra mucho sentido la célebre frase de Shakespeare al decir “El mundo es un gran teatro” (All the world’s a stage)

En cristiano: Puedes pensar que “tú eres tú”, un único individuo con una personalidad más o menos definida. En realidad, existen muchas versiones de ti, según con quién interactúes y en qué ámbitos. Por ejemplo, Un cargo militar en tiempos de guerra o ejecutivo en un puesto de altísima responsabilidad no se comportan de la misma manera cuando celebra una barbacoa el fin de semana o en la cena de Nochebuena en un ámbito familiar e íntimo. Sin embargo, a pesar de ser radicalmente contrarias, estas esferas de la profesional y personal son parte de la personalidad de cada uno. Puede decirse que, como poco, existen tantas versiones de ti como personas que te conocen y con las que interactúas.

En qué consiste el Efecto Pigmalión

Pues bien, dicho todo lo anterior, es hora de definir y explicar el fenómeno: El efecto Pigmalión consiste en cómo las expectativas de un individuo sobre otro individuo pueden poco a poco “modelar” a este último. A veces, ni siquiera es necesario que quien modela sea una persona. Una fuerza externa (como una organización o un ideal abstracto de la sociedad) puede también modelar de una forma semejante la personalidad de quien es modelado/a.

Pero como siempre, es más fácil de explicar poniendo un ejemplo:

En el influyente “Pygmalion in the classroom” (1968) de los investigadores Rosenthal y Jacobson se comenta la idea de que las expectativas (ya sean positivas que negativas) que un profesor pone en uno o varios alumnos puede influir increíblemente. Dichas expectativas vienen de la percepción de que el profesor tiene del estudiante, y acaban alterando y condicionando el rendimiento del estudiante.

También ha ocurrido habitualmente en estudios científicos: A base de intentar probar una hipótesis, algunos investigadores adquieren sesgos que les hacen ser más receptivos a ciertos datos, creando unas conclusiones erróneas que no se corresponden con la realidad, sino que reflejan la hipótesis inicial. Este estado final es lo que se conoce como “Profecía autocumplida”.

Existe una primera fase de Anticipación (en la que el profesorado toma contacto con la clase y tiene en cuenta evaluaciones anteriores de sus predecesores) una segunda fase de Comportamiento (donde la clase se comporta de una manera u otra, el profesorado impone sus expectativas y premia o castiga por igual) y la tercera fase de Resultados (donde, a través de las sesiones, el trato de favor del profesorado acaba por modelar a la clase, positiva y negativamente) — Por tanto, existe una retroalimentación constante entre las expectativas del profesor, que influyen en el comportamiento del alumno, que confirma o desmiente las expectativas del profesor, que influyen en el comportamiento futuro del alumno, y así sucesivamente, etc.

Efecto Pigmalión positivo vs Efecto Pigmalión negativo

El efecto Pigmalión es un arma de doble filo: Por una parte, no queremos influir negativamente a nuestros trabajadores y alumnos. Por otra, influimos (queramos o no) positiva y negativamente a los que nos rodean. No sólo imponemos y modelamos la personalidad para bien y para mal, también imponemos otras ideas neutrales, como métodos de resolución de problemas, estilos de liderazgo, procesos del sector… Sólo porque algo se haya hecho siempre así no quiere decir que la cadena deba continuarse. Esta es una de las causas de la perpetuación de estas “cadenas” de hábitos en el día a día de las empresas.

Efecto Pigmalión positivo

Referirnos al Efecto Pigmalión positivo es ligeramente redundante, ya que en la literatura académica el propio Pigmalión ha ido poco a poco asociándose a los efectos positivos del fenómeno. Hay infinidad de ámbitos en los que el efecto Pigmalión puede tomar forma en la educación, pero al igual que en la obra de George Bernard Shaw, un caso muy arraigado en la cultura popular es la relación entre mentor y discípulo. A través del mentorazgo, quien esté en el rol de discípulo encuentra ya destiladas esas pequeñas perlas de sabiduría y la guía que requiere para navegar en su carrera. También ayuda a evitar el aislamiento generacional y entender las perspectivas de los que vinieron antes que nosotros y son auténticos maestros y conocedores de la disciplina. Significa, entre otras virtudes, poder aprovechar la inspiración para seguir creciendo, la seguridad de ir por el buen camino y en definitiva ser mejores en nuestra andadura, ya sea personal o profesional.

Efecto Pigmalión Negativo

Dado que el Efecto Pigmalión ha pasado a ser por antonomasia el propio efecto, su versión negativa ha sido denominada en la literatura académica como Efecto Golem. Según el folclore judío, el Golem es una figura antropomórfica creada con por materia inanimada (a menudo arcilla) que cobra vida por métodos alquímicos. El cuento más famoso sitúa su creación en el siglo XVI en Praga, donde acecha como un asesino imparable. La historia fue adaptada varias veces por el director Paul Weggener en los años veinte, creando una de las primeras grandes sagas de la tradición del cine de terror.

El autor Charlie Gilke, en su libro publicado en 2019 “Start Finishing: How to Go From Idea to Done” (“Empieza a terminar: Cómo ir de la idea al hecho y alcanzar la excelencia profesional”), trata los obstáculos más habituales en procesos creativos y la gestión de proyectos, especialmente los objetivos personales, como escribir un libro o ponerse en forma. Por ejemplo, uno de dichos obstáculos es que, en gran parte de los casos, más de los que nos gustaría, estamos sometidos a prioridades ajenas y no a las nuestras, y por ello no avanzamos al ritmo que nos imponemos. No obstante, el impedimento que nos interesa hoy aquí es la idea de head trash o basura mental. Se trata de una amalgama de ideas por las cuales fundamentamos nuestro propio sabotaje. Son nociones culturales que nos influyen, queramos o no, y alteran nuestra forma de ver el mundo, como estereotipos, ideas preconcebidas o supersticiones.

La inmensa mayoría de las ocasiones, la basura mental no es cierta, pero el hecho de que no sea cierta no implica que su peso sobre nuestra psique no sea real. La buena noticia es que puede ser aislada, observada, deconstruida y reciclada productivamente, para así librarnos de ella. Puede manifestarse como síndrome del impostor (creencia de que estamos de más en un ambiente profesional, la falsa noción de ser un impostor, cuando no es así) y otras formas de dudas y autosabotaje. Y por ello, la basura mental puede determinar y condicionar nuestros pasos, nuestros objetivos a fijar, y nuestros proyectos futuros, incluso si somos conscientes de que no es “real”. Por ejemplo, quizá tuvimos un profesor en preparatoria/bachillerato que nos dijo que nunca haríamos carrera de las matemáticas y esto nos alejó de una carrera profesional de ciencias exactas. ¿Quién dice que no estás a tiempo de cambiar el rumbo de tu carrera profesional incorporando nuevas competencias a tu perfil? ¿Por qué te influye lo que dijo un profesor hace décadas?

Efecto Pigmalión en el trabajo

Por supuesto, la cosa no se iba a quedar en lo estudiantil. Es muy importante tener en cuenta sus implicaciones psicológicas en el ámbito laboral. Así que repetimos: Se trata de un arma de doble filo cuyas consecuencias pueden tener impacto tanto para lo bueno como para lo malo.

Huelga decir que, como profesionales, nos interesa potenciar los efectos positivos y limitar los negativos. Las interacciones sociales en el ámbito de trabajo (especialmente por parte de superiores) pueden influir muy negativamente al empelado, ya sea generándole un aislamiento forzoso, haciéndole cambiar su forma de ser, de pensar, de actuar… y en definitiva minándole la autoestima.

Consejos

En esencia, como mánagers, nos interesa crear un espacio psicológico seguro y promover e incentivar el desempeño en el personal, a fin de conformar una plantilla efectiva y un entorno de trabajo agradable. Según los investigadores Troilloud y Sarrazin, pueden establecerse 4 pasos principales para evitar el Efecto Golem en la clase. Nos hemos tomado la libertad de extrapolarlos también a la empresa.

  1. Crear un clima de calidez emocional en la oficina/clase donde los trabajadores/estudiantes puedan sentirse seguros psicológicamente.
  2. Respecto al rendimiento, aportar feedback inmediato (al margen de poner suspensos, sobresalientes, y otros tipos de calificaciones y ránkings a estudiantes/empleados)
  3. Asegúrate de que el contenido y las tareas a desempeñar son relevantes y están adaptadas al nivel de los estudiantes/empleados.
  4. Permitir más preguntas e ideas por parte de los trabajadores/estudiantes y menos discursitos y homilías por parte de los profesores/jefes.

Como recomendación, consideremos un antídoto para el Efecto Golem y un catalizador al Efecto Pigmalión:

Liderazgo. Especialmente la clase de buen liderazgo que nos integra dentro del grupo y nos impulsa a dar lo mejor de cada uno. Potenciar nuestras capacidades y habilidades positivas (Pigmalión) y evitar entrar en la alienación y en el desasosiego de no ser justamente apreciados (Golem) — En definitiva, se necesita a un líder que inspire a cada individuo alcanzar su potencial, depositando un voto de confianza en el trabajador y confíe en sus capacidades.

Por ejemplo, un consejo importante es evitar los tratos de favor. Tal como decíamos hace unos meses en el artículo sobre las habilidades imprescindibles para ser un buen líder, es muy importante evitar los favoritismos, ya que en seguida incitan a la discordia entre la plantilla. Puedes pensar que ayudas recogiendo bajo tu ala a un trabajador, pero esto puede despertar la envidia de otros. A su vez, favorecer a uno implica desatender a otros, o peor aún, que éstos tengan la impresión de que “les tienes manía”. Por lo general, esto es algo de lo que el campo del liderazgo ya se ha encargado desde hace décadas. Si bien una actitud positiva no siempre es garantía de un resultado positivo, una actitud negativa es el opuesto matemático de un resultado positivo.

Conclusiones

La clave de una empresa efectiva es el buen trato al talento humano, a fin de tener unos mecanismos bien engrasados y donde a los empleados son productivos y felices. Debemos cuidar el talento y vigilar la influencia que los mánagers y ejecutivos pueden imponer a los trabajadores, asegurándonos de que es positiva.

Todos proyectamos una imagen, y muchas veces esta imagen es malinterpretada o no es vista a la luz que nos gustaría. Es normal, así es la vida. No obstante, si eres un superior o un profesor, ten en cuenta que si bien a ti te malinterpretarán a ti, tú también tienes las mismas probabilidades de malinterpretar a los demás. Por tanto, seamos conscientes de lo que proyectamos y tengamos paciencia y empatía con los demás.

Como educadores, es una gran responsabilidad enseñar a todos con igual pasión y entusiasmo, no sólo a los favoritos, porque de ello dependen muchos futuros. Como mánagers, debemos tener en cuenta que el clima que creamos en la oficina tiene consecuencias. Como habrás oído decir mil veces a los fans de los cómics de superhéroes, el llamado Principio de Peter Parker: Un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Por tanto, actuemos en consecuencia y cuidemos el talento.

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